Mi mirada se pierde en el
horizonte mientras dejo que mis pensamientos fluyan lejos de donde estamos. Las
olas del océano golpean el barco, meciéndolo suavemente. La puesta de sol tiñe
el cielo de todos los tonos posibles de naranja. Me siento hipnotizada, como si me fuera a
fundir con el ocaso.
-Hola.
Me sobresalto. No esperaba a
nadie. Me giro y veo que es ella, por supuesto, ¿quién si no? Le sonrío a modo
de respuesta.